Terminaste un bloque o bimestre más y tu calificación corresponde al esfuerzo que haz hecho durante el curso. Si el esfuerzo es suficiente para un seis o un diez o para apenas un tres, eso se refleja no sólo en tu boleta, sino en tu actitud.
Quizá estuviste ocupando simplemente un lugar en la clase, sin estar allí realmente, es decir, tu mente estaba en otra parte.
Quizá tenías miedo de enfrentar a una hoja blanca y dibujar algo, y lo que pasa es que en verdad tenías miedo de enfrentarte a tí mismo.
Quizá el compañero de junto te distraía de tu actividad, pero no fuiste capaz de renunciar a su compañía y cambiarte de lugar.
Quizá no hacías el esfuerzo de centrar tu atención en el objeto para poder dibujarlo, pero en vez de practicar una y otra vez, elegías la frustración como salida.
Quizá el orgullo te cegaba al grado de imaginar que tu dibujo estaba bien, aunque no hubieras aplicado técnica alguna en su realización.
Quizá tus padres fueron citados para que fueran notificados de cómo poder ayudarte, pero no les diste el citatorio para no perder privilegios en casa.
Quizá... etc, etc, etc.
Ahora piensa, ¿estas acciones te llevan a algún otro rumbo que no sea el fracaso?, y si lo supieran tus padres, ¿crees que no harían lo necesario para ayudarte?.
Sería mejor aceptar la ayuda que tienes al alcance, ya de tus profesores o de tus padres.
NO INTENTES SER TU PROPIO VIGILANTE. ¿Le confiarías tu vigilancia a alguien que obtuvo cinco de calificación?
